Poco se puede decir de Enrique V. Iglesias que no se haya dicho ya. Uruguayo de origen asturiano, desempeñó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay (1985-1988) y, desde 2005, es titular de la Secretaría General Iberoamericana. Como directivo de la asociación International Youth Foundation, afirma que la desigualdad es uno de los peores lastres a los que se enfrentan los jóvenes, especialmente en América Latina. A pesar de ello, Iglesias cree firmemente que el motor de las sociedades radica en la juventud y apuesta por una mejor Educación y un mayor compromiso entre los estados y las empresas para formar a los futuros líderes de mañana.
Como directivo en International Youth Foundation, ¿cuáles cree que son los principales desafíos a los que se enfrenta la juventud actual?
El mundo actual está lleno de grandes y profundas contradicciones. Me refiero a la gran transferencia de poder, sobre todo de Occidente a Oriente; a las tensiones entre los diferentes modelos políticos o a los complejos procesos de exclusión en los que se ven comprometidos millones de personas. También vivimos el avance imparable de la ciencia, la tecnología y la generación permanente de nuevo conocimiento.
Para lograr que los jóvenes sean verdaderos agentes de cambio, es preciso que asuman el reto de formarse, de participar, de generar nuevos espacios productivos, de reivindicar el pleno ejercicio de sus derechos y así, con todas esas herramientas, contribuir a mejorar las condiciones de vida del ser humano.
Actualmente, los jóvenes europeos están más preparados que nunca. Sin embargo, una tasa de paro apabullante, sobre todo en los países del sur, frena su empleabilidad, ¿Cuál es la solución?
Si ya de por sí existía una brecha en el acceso de los jóvenes al empleo en relación al mundo adulto, en este contexto de crisis se acentúa mucho más, especialmente para mujeres, jóvenes con discapacidades o con problemas de exclusión social. Pero no sólo en cuestión del desempleo: se están poniendo en juego los beneficios sociales que se habían conseguido a lo largo de la historia. La crisis, en buena parte del mundo desarrollado, deja a la juventud en una situación de vulnerabilidad y de desesperanza que la sume en una gran frustración.
Sin empleo no se puede hablar de inclusión social, y las oportunidades de empleo juvenil son fundamentales para promover la cohesión social de cara al presente y al futuro. Nunca hay que olvidar esta premisa.
El problema no es que a la juventud le falte capacidad. Es que no se generan oportunidades de trabajo que no sea precario y, por desgracia, los jóvenes se enfrentan a más recortes, más tasas y menos recursos educativos.
En este momento de escasez se necesita proteger a la juventud para conseguir que avance. Se requiere apoyar iniciativas que fomenten la pequeña y mediana empresa. Y se debe seguir apostando por la educación y la capacitación, pero no a cualquier precio, sino asumiendo que deben existir una serie de garantías que los Estados deben ofrecer a sus jóvenes.
El Tercer Sector libera actualmente una lucha por la subsistencia. Y no es para menos, ya que las aportaciones tanto públicas como privadas a las ONGS se han visto considerablemente reducidas. En un momento donde la labor social al necesitado es más necesaria que nunca, ¿es prescindible la solidaridad?
No, la solidaridad nunca es prescindible, nunca. El problema que se le presenta a los Estados en momentos de una crisis tan aguda es que tienen que recortar, y recortar mucho, su gasto. Países que han sido muy generosos con su ayuda al desarrollo ahora la han reducido sustancialmente por falta de recursos. Cada Gobierno escoge sus prioridades, desde luego, pero prefiero no juzgar cuáles son los límites de los recortes en materia de cooperación.
¿Qué papel jugaría la responsabilidad social corporativa de las empresas a la hora de hacer frente a este tipo de desafíos tanto económicos como sociales?
Las empresas, en especial las internacionalizadas, deben reforzar su responsabilidad social en momentos críticos desde el punto de vista económico y social. Deben ser muy cuidadosas con sus recursos humanos y con sus PYMES de sus cadenas de valor, ayudándolas con financiamiento, capacitación, certificaciones de normas y control de calidad.
El Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España prevé una rebaja de su presupuesto en más de un 54%, afectado sobre todo por los recortes en la ayuda a la cooperación, que rozan los 1.400 millones de euros ¿Cómo puede afectar esta decisión a la imagen internacional de España?
España ha hecho un gran esfuerzo los últimos diez años por incrementar su Cooperación, casi doblándola. Ha mostrado una gran solidaridad con el mundo en desarrollo. Pero ahora se encuentra ahora en una crisis muy seria, muy profunda. Por eso, como decía antes, debe reducir sus recursos en casi todas las políticas, Cooperación incluida. Aún así seguirá por encima de los dos mil millones de euros y mantendrá su prioridad por América Latina. El esfuerzo, a pesar de la reducción, sigue siendo importante. Confío en que la comunidad internacional, muy consciente de lo que se está viviendo en algunos países europeos, entienda esta situación.
¿Cuáles considera que son los grandes retos a los que se enfrenta la Cooperación Iberoamericana?
La región ha cambiado mucho y también en el campo de la Cooperación. Y aunque aún hay retos muy serios en el campo de la pobreza y la desigualdad, los países latinoamericanos están pidiendo cooperación en campos como la Ciencia, la Tecnología o la Innovación. Saben que por ahí se aumenta la competitividad y se gana el futuro.
Los países están asumiendo un rol dual: aún reciben y esperan cooperación pero, al tiempo, también ofrecen experiencias y recursos a otros. Es muy notable cómo ha mejorado la Cooperación Sur-Sur en América Latina. Ayuda mucho a mejorar la relación interna entre sus pueblos y favorece la integración regional.
Los ciudadanos de medio mundo están indignados. Así lo demostró el movimiento15-M español, que en poco menos de 5 meses extendió sus protestas a 82 países para reclamar un sistema más democrático y justo para el 99% de la población, aquellos que no forman parte de la élite política y económica. ¿Es la desigualdad el mayor lastre de los Estados mundiales?
Creo que el 15-M va más allá de la desigualdad. Parece un movimiento que cuestiona, hasta ahora legítima y pacíficamente, la manera en cómo está funcionando la democracia, el sistema de partidos, las diferencias sociales, las contradicciones del sistema capitalista. Es un movimiento quizá algo disperso pero puede llegar a centrarse en objetivos concretos. Veremos. Y en relación la desigualdad, es un gran mayor lastre para muchos jóvenes, y no sólo jóvenes, en buena parte de los países en vías de desarrollo. Es, desde luego, el mayor problema de América Latina, donde tantas cosas han mejorado pero donde, también, queda mucho por hacer.
¿De qué manera los jóvenes podemos ayudar a cambiar el mundo? ¿Es tarea de los Estados fomentar el emprendimiento social entre los jóvenes?
Los jóvenes no conforman un sector homogéneo de la sociedad. Por eso, son múltiples y diversos los caminos que podemos recorrer para promover los cambios necesarios. Creo que el joven debe preocuparse por conocer sus derechos y reivindicarlos; prepararse para poder mejorar el sistema; reclamar espacios de participación y desarrollar su capacidad crítica. Las redes sociales ya están ayudando mucho a establecer un tejido social compartido. En la historia, los jóvenes siempre han contribuido a cambiar el mundo, y creo que, en el medio y largo plazo, para bien. No me cabe duda de que lo seguirán haciendo.
Entrevista realizada por Nuria García Reche